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La globalización como instrumento para expandir el imperialismo




La globalización como instrumento para expandir el imperialismo

Jesús Carabalí.[1]  

Introducción
     El presente ensayo es una apuesta por analizar lo que se ha denominado como globalización y las implicaciones que ésta ha tenido con la expansión del imperialismo. En ese orden de ideas, el documento está divido en cuatro apartados. Mi interés en el primero de ellos se centra en iniciar exponiendo la forma cómo se ha configurado la globalización, para ello me apoyaré en autores como Held and McGrew con su documento “The Great Globalization Debate: An Introduction”, seguido de Cooper (2002) con un documento que lleva por título “¿Para qué sirve el concepto de globalización? La perspectiva de un historiador africanista”, por ultimo presentaré a Kiely (2014) con el documento “Imperialism or globalisation? y Or imperialism and globalisation: Theorising the international after Rosenberg’s ‘post-mortem”. 

     En la segunda parte del ensayo voy a exponer cómo la globalización ha afectado la soberanía de algunas naciones y los mecanismos que ésta ha usado para dicho propósito. Para ello abordaré textos como el de Buzan (2014) titulado “The Standard of Civilisation as an English School Concept”, además haré uso de un documento que lleva por título “Democracy as Civilisation” de Hobson del año 2008. Y para cerrar esta segunda parte citaré a Grovogui (2011) con su documento “La soberanía en África: casi estados y otros mitos en la teoría internacional”. 

     En la tercera parte del documento deseo exponer las implicaciones del llamado terrorismo en la configuración de la expansión de la globalización y tomaré como referencia a Gnatieff (2005) con su texto “El mal menor. Ética política en una era de terror”, seguido el documento que lleva por título “Constructing Enemies: ‘Islamic Terrorism’ in Political and Academic Discourse de Jackson (2007), además presentaré un documento de Martini (2015), titulado “Terrorismo: un enfoque crítico” y para cerrar la tercera parte de este ensayo tomaré como referencia a Rico (2015) con su documento “Es mucho más peligrosa la islamofobia que el islamismo radical.

     La cuarta y última parte del ensayo estará dedicada al auge de nuevas potencias, como los denominados BRICS, los cuales han desafiado la hegemonía de superpotencias como Estados Unidos, Francia, Alemania o Inglaterra. En este apartado tomaré como referencia a Buzan y Lawson (2014) con su documento “Capitalism and the emergent world order”, seguido de Alden y Vieira (2005) con un documento titulado “The new diplomacy of the South: South Africa, Brazil, India and trilateralism y por último presentaré el documento de Mwagiru (2013) titulado “The diplomacy of partition revisited: African-Asian relations and the economic diplomacy of security”.

     El objetivo del esquema propuesto en este ensayo pretende dar luces acerca de los discursos y prácticas que se han venido tejiendo desde lo que Wallerstein ha denominado centro y periferia y denotar la forma en qué algunos países que estaban situados en la llamada periferia, se han ido desplazando hacia el centro, reclamando un lugar dentro de las naciones denominadas como poderosas.

Globalización; auge y expansión

     La globalización es probablemente el proyecto más grande y ambicioso de las últimas décadas, la cual ha sido dirigida por naciones poderosas como Inglaterra, Estados Unidos o Francia. Éstas prometen integrar por completo el planeta entero, a fin de que ninguna nación se quede por fuera de las propuestas económicas de las grandes potencias. Al respecto Held y McGrew sostienen que:
     Los orígenes de la globalización se encuentran en los trabajos de muchos intelectuales del siglo XIX y principios del XX, desde Saint-Simon y Karl Marx hasta estudiantes de geopolítica como MacKinder, quienes reconocieron cómo la modernidad estaba integrando el mundo. Pero no fue hasta los años sesenta y principios de los setenta cuando se utilizó realmente el término globalización. Esta edad de oro de la rápida expansión de la interdependencia política y económica, especialmente entre los Estados occidentales, generó mucha reflexión sobre las insuficiencias de los enfoques ortodoxos para pensar en política, economía y cultura que suponían una separación estricta entre los asuntos internos y externos, el ámbito interno y el internacional. (p.1).

     Los autores desde una mirada liberal recurren a una revisión cronológica para describir el término globalización, con el propósito de resaltar que este fenómeno, por llamarlo de alguna forma, no es tan novedoso como se cree.  Cuando ellos plantean que desde la modernidad se venían tejiendo las redes de la globalización, más allá de ubicarla como su origen, sirve para hacer una relectura de la modernidad en términos de ver en ésta un nuevo proyecto de colonización e imperialismo. De Held y McGrew se puede resaltar también que “la globalización manifiesta la escala en expansión, una transformación en la organización social humana que involucra a comunidades distantes y expande las relaciones de poder en las principales regiones y continentes del planeta”. (p.4).  
Entre tanto Cooper (2002) desde una visión neomarxista y casi que en la misma línea de Held y McGrew va a sostener que:  
     Más allá de la moda de la globalización, existe la necesidad de comprender la interconexión de diferentes partes del mundo, de explicar los nuevos mecanismos que dan forma a los movimientos de capital, gentes y cultura, y de explorar las instituciones capaces de regular dichos movimientos transnacionales. (p.1).

     Cooper (2002) propone examinar las nuevas formas que configuran la globalización, en tanto ésta no es un fenómeno estático, además las nuevas dinámicas de poder hacen que la misma se vaya transformando. El autor propone además una revisión rigurosa sobre la globalización para denotar cómo ésta ha afectado las dinámicas de los Estados. Para ello hace uso de lo que él llama discursos sobre la globalización, los cuales intentaré resumir. El primero de ellos se denomina la Jactancia del Banquero, en el cual narra que con el hundimiento de la Unión Soviética y la apertura de la China comunista a la economía de mercado, las inversiones pueden ir, supuestamente, a cualquier sitio. Las presiones de Estados Unidos, el FMI y las corporaciones transnacionales hacen caer las barreras nacionales al movimiento de capitales. Al segundo discurso lo denomina el Lamento del Socialdemócrata, donde señala que éste acepta la realidad de la globalización tal como los banqueros la ven, pero no acepta que sea beneficiosa para la sociedad. Además, el autor hace énfasis en que los movimientos sociales abogan por el Estado-nación como base institucional para hacer respetar los derechos sociales y cívicos. El tercer discurso tiene por título el Baile de los Flujos y los Fragmentos, este argumento acepta mucho de los otros dos, la realidad de la globalización en el presente y sus efectos desestabilizadores sobre las sociedades nacionales, pero da otro paso, más que homogeneizar el mundo, la globalización reconfigura lo local. (2002, p.3).

     Estoy de acuerdo con la explicación de Cooper (2002), ya que ofrece un panorama claro desde tres perspectivas que nos ayudan a entender los efectos de la expansión de la globalización, los cuales, a mi modo de ver afligen la estabilidad de los Estados y coartan en cierta medida los derechos de la población.   

     Por otra parte, apoyado en el enfoque neomarxista y haciendo uso de la categoría de análisis centro y periferia, Kiely (2014) hace una crítica a los globalistas, señalando que “rechazan la afirmación de que el concepto de globalización puede ser simplemente descartado como una construcción puramente ideológica o social o como un sinónimo para el imperialismo occidental”. (p.6).

     Kiely (2014) además hace un análisis sobresaliente sobre lo que se denomina como economía global, argumenta que la actividad económica se está globalizando, por consiguiente aporta una pregunta crítica señalando que:
      ¿Si una nueva forma de capitalismo global, impulsada por la tercera revolución industrial, se está afianzando en todo el mundo; hasta qué punto la globalización económica sigue sujeta a una gobernanza nacional e internacional adecuada y efectiva; y si la competencia global supone el fin de la estrategia económica nacional y el Estado de bienestar? (p.19).

     Estoy de acuerdo con lo explicado por Kiely, ya que nos ayuda a comprender cómo la economía global que proponen las grandes potencias, puede llevar a que los países más pequeños fracasen, debido a que éstos no poseen la estructura que se requiere para enfrentar las nuevas exigencias que propone la globalización, esto es, la apertura de mercados que de alguna forma u otra conllevaría a la desaparición de los pequeños productores. Otro análisis clave aportado por Kiely se refleja cuando habla de la globalización de la producción manufacturera y los cambios que ésta ha producido, debido a que logramos evidenciar cómo ha decrecido en África y América Latina, pero aumenta en Asia-Pacífico.

     Held y McGrew señalan un punto crucial que nos adentra a entender las fases de la globalización, en ese orden de ideas demarcan los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, el atentado terrorista perpetrado según Estados Unidos por Al Qaeda, lo cual ocasionó la caída de Las torres gemelas en la ciudad de Nueva York. Este punto será examinado con más detalles más adelante, cuando aborde el tema de globalización y terrorismo.  De acuerdo con Held y McGrew algunos observadores han proclamado que los acontecimientos del 9/11 marcan el fin de la globalización, mientras que otros sugieren que simbolizan el comienzo de la era de la postglobalización. Lo expuesto por Held y McGrew se conecta con la propuesta de Cooper (2002), quien nos anima a examinar las interconexiones que va desplegando la globalización en diferentes partes del planeta. Kiely al igual que Held y McGrew señala  también un punto crucial para hacer su análisis sobre otra fase de la globalización, para el autor el ascenso de China en contraste con el declive de la gran súper potencia Estados Unidos demarca la transformación  de las dinámicas de producción, debido a que China ha logrado de alguna forma quitarle protagonismo a Estados Unidos en algunos países de África y América Latina.

     Kiely (2014) concuerda con Cooper (2002), Held y McGrew al analizar la dualidad globalización/ imperialismo y las transformaciones que ésta ha tenido después de la Guerra Fría, en relación con el orden internacional. El autor expone que existen  jerarquías asociadas con la globalización de la producción y que éstas se perciben mucho mejor en actos como la intervención militar o desigualdad en el orden internacional, la cual está conectada con lo que el autor llama orden capitalista internacional. A modo de cierre de este primer apartado deseo señalar que estoy de acuerdo con lo expuesto por los autores, debido a que nos ayudan a entender la globalización como un proyecto de orden mundial que busca permear todas las esferas de la sociedad.

La globalización del estándar civilizatorio para desquebrajar la soberanía de los Estados

     En la primera parte de este documento he intentado sintetizar algunas fases clave que explican la expansión de la globalización por todo el planeta, he intentado además demarcar sus raíces. En esta segunda parte me propongo exponer la forma cómo la globalización ha sido utilizada para imponer casi que una única manera de comprender el mundo. 
   
     A lo largo de la historia hemos evidenciado múltiples conflictos entre diversos pueblos, éstos han tenido diversos intereses que van desde lo económico, pasando por disputas territoriales, por mencionar algunos. La globalización ha fragmentado de manera devastadora la soberanía de algunas naciones, sobre todo aquellas denominadas por las potencias occidentales como tercermundistas o en vía de desarrollo. Para ello las potencias occidentales han recurrido a diversos mecanismos como el que señala Buzan (2014) al cual llama “el estándar de la civilización”. El autor apoyado en el enfoque postcolonialista, se vale también de la categoría de análisis de centro y periferia al igual que Cooper, pero hace un énfasis en la categoría de raza.  En este aspecto toma distancia tanto de Cooper como de Held y McGrew.

     Buzan (2014) ubica el origen de lo que él llama el “estándar de la civilización” en la dualidad “civilizado” contra “bárbaro”. Dicho estándar tomó su forma moderna específica en el siglo XIX, principalmente como un término legal europeo, La práctica general fue definir el estándar por las formas contemporáneas de gobierno que prevalecen en Europa. Su papel político era mantener la membresía de la sociedad internacional y justificar el colonialismo. Además, el “estándar apoyó una taxonomía en parte racista de “salvaje, bárbaro y civilizado” como una forma de clasificar el mundo no europeo en relación con Europa. (p.576).

     De acuerdo con Buzan (2014) el estándar que impone Occidente está diseñado para otorgarle un papel secundario en la sociedad internacional a todas aquellas naciones que no cumplan con el estándar establecido. En ese orden de ideas para entrar al club occidental, se debe ser preferiblemente blanco, europeo, además de ser cristiano y demócrata, pero teniendo como base el modelo impuesto por Occidente, y obviamente civilizado. El dejar por fuera a aquellas naciones que no cumplan con el modelo, implica que es Occidente el que tiene la difícil tarea de llevarlas al camino de la civilización, es decir, adentrarlas al mundo blanco occidental. 

     Vale la pena mencionar que algunos países europeos no cumplen con el estándar, muy a pesar de que el tono de su piel es blanco, esos países en su mayoría están ubicados en los Balcanes y son de mayoría musulmana: Albania, Bosnia y Herzegovina, Kosovo y Turquía. Además, es clave comprender que el proyecto civilizatorio europeo sirvió y ha servido como excusa para invadir países en África, Asia o América Latina.

     Considero que los discursos del estándar de civilización son los que han ocasionado la pérdida de soberanía de muchas naciones, toda vez que muchas desean hacer parte del club occidental, esto es, mostrar lo más blanco de su población, hacerle creer al mundo que toda su población es cristiana y que practican la democracia al mejor estilo de Occidente. Países como Argentina, Colombia o Brasil desde la época colonial, poco después del mal llamado descubrimiento de América, han hecho esfuerzos gigantescos por acercarse lo más posible a dicho estándar. La soberanía de estos países se ve fragmentada, en el sentido en que se les impone un modelo económico, una forma de administración pública e incluso un modelo educativo que niega en muchas ocasiones la diversidad dentro de sus fronteras.  

     Hobson (2008) sostiene que el estándar está dirigido contra los no blancos y no europeos. Añade que el estándar se externaliza, es decir se vuelve una norma y se globaliza. De acuerdo con el autor algunos elementos del estándar son: derechos humanos, democracia, capitalismo, medio ambiente y desarrollo.  El autor advierte que:
     Desde la caída del Muro de Berlín, la democracia ha encarnado la idea misma de la estadidad legítima en la política internacional. Lo ha hecho en gran medida a través de la definición de un nuevo estándar de civilización, en el que la “democracia” determina los límites de la sociedad internacional y ayuda a construir relaciones con las no democracias. Al igual que el estándar “clásico”, esta nueva versión refleja de nuevo un interés considerable en la organización sociopolítica de los Estados. (p.75).

     Hay una gran similitud entre lo que expone Hobson (2008) con lo planteado por Buzan (2014), ambos están de acuerdo en que el estándar ha reconfigurado la forma de hacer política. En ese orden de ideas Buzan destaca que el papel político con la imposición del estándar es mantener la membresía de la sociedad internacional y justificar el colonialismo de las potencias occidentales. Entre tanto el análisis ofrecido por Hobson devela cómo la democracia se convierte en uno de esos elementos que justificaran el colonialismo en países como Afganistán o Irak. Hobson desde una perspectiva neomarxista, además resalta otros elementos constitutivos del estándar, como el desarrollo, discurso que también ha sido expandido por las potencias occidentales para quebrantar la soberanía de las naciones que ellos mismos han considerado tercermundistas y que para salir del atraso, es decir del subdesarrollo, deben ingresar a la economía capitalista, abrirse a la democracia representativa y abandonar el Islam. 

     Destaco del análisis de Hobson la claridad con la que expone las intenciones del estándar y eso me lleva a ratificar que países de América Latina, como Colombia, Argentina y Brasil hacen esfuerzos gigantescos para hacer parte de la élite europea, para ello usan discursos cargados de contenido racista, culpando a las comunidades afro e indígenas de las desgracias de sus países, además del uso de discursos machistas y cargados de homofobia. Es por ello que en la administración pública de esas tras naciones casi todos los funcionarios son hombres que viven de los discursos de la supremacía blanca, en donde todo lo blanco es sinónimo de superior.  

     Grovogui (2011) realiza un importante análisis sobre soberanía desde una óptica constructivista y postcolonial al señalar las formas de soberanía histórica que las hegemonías occidentales previeron para Bélgica y Suiza, por un lado, y para el Congo/Zaire por otro, durante los dos últimos siglos.
     La intención del autor es la de resaltar implicaciones económicas, prestando atención a dos regímenes de soberanía distintos pero simultáneos: uno aplicable a Europa (Bélgica en el siglo XIX y Suiza en el siglo XX) y otro a África, específicamente al Congo (antiguo Zaire). Bélgica y Suiza muestran los mismos rasgos “artificiales” que su homólogo africano, el Congo. Sin embargo, las potencias occidentales diseñaron los regímenes internacionales de soberanía y las estructuras de reparto de recursos estratégicamente de forma que los dos países europeos desempeñaran un papel significativo en los asuntos internacionales con respecto a su capacidad (teniendo en cuenta su tamaño, poder y recursos domésticos). Por otra parte, los dos Estados europeos ejercieron su rol global en detrimento del Congo. (p.140). 

     Estoy de acuerdo con lo expuesto por Grovogui (2011), debido a que señala con claridad la forma cómo las potencias europeas han causado en gran medida el atraso en África y lo hace para entender el denominado subdesarrollo del continente y el reparto del poder entre las potencias occidentales exponiendo el caso del Congo. Entiendo que ese reparto del poder del que habla el autor es lo que ha ocasionado que sean las potencias occidentales las que tengan casi siempre voz y voto en las decisiones que se toman en los escenarios internacionales. Son las potencias occidentales que deciden casi siempre cuáles son las políticas a seguir si se quiere salir del subdesarrollo.

     Grovogui al igual que Hobson y Buzan, está cuestionando la forma cómo las potencias occidentales han sometido a gran parte del planeta valiéndose de diversos discursos a lo largo de la historia. Dichos discursos han sido en gran medida diseñados y avalados por pensadores occidentales, quienes tienen mucho reconociendo en casi todos los escenarios académicos, entre ellos: Aristóteles, Darwin o Chamberlain. Éstos han justificado la inferioridad de los no europeos a partir del uso de categorías raciales y ubicaciones geográficas. El hecho de que estos pensadores occidentales hayan difundido la idea de que los hombres blancos, pero en particular los europeos sean superiores al resto de la humanidad, tomó mucha fuerza debido al prestigio que éstos llegaron a tener, además muchas instituciones educativas en todos los niveles han expandido esa ideología para reforzar las prácticas racistas y machistas. 

     Grovogui hace un análisis utilizando el caso del Congo, Suiza y Bélgica para resaltar la forma en que un país localizado en la periferia ha sido estratégicamente dejado por fuera de las discusiones centrales en la arena internacional, como es el caso del Congo, país africano. Entre tanto Hobson y Buzan se concentran mucho más en explicar de forma global, del por qué un país como el Congo tiene poca injerencia en la política internacional. Pero Hobson pone énfasis en la democracia para resaltar que las potencias occidentales son las abanderadas en este tema y las naciones no blancas deben seguir sus directrices. Estoy de acuerdo con los autores en la medida en que nos ayudan a comprender cómo se ha configurado el escenario de las relaciones internacionales, teniendo como base variables geográficas o raciales.     

El terrorismo como cortina para el intervencionismo 

     Esta tercera parte del ensayo estará dedicada a exponer cómo el llamado terrorismo ha sido utilizado como excusa por algunas naciones poderosas, como Estados Unidos, Inglaterra, Francia y ahora China para inmiscuirse en los asuntos internos de naciones catalogadas como Estados fallidos, por ejemplo, Irak, Siria, Somalia y ahora Venezuela. Trataré de explicar cómo una idea única de terrorismo sirve a los intereses de la globalización y cómo esa idea única se globaliza de la misma forma se hizo con el estándar de la civilización. 

     El 11 de septiembre es una fecha inolvidable para el mundo y en especial  para los Estados Unidos. La fecha es clave, ya que involucra a dos miembros de una misma familia, el primero George Bush padre y el segundo George Bush hijo. Ambos llegaron a ser presidentes de esa poderosa nación. En 1991 Bush padre lanzaba al mundo su discurso sobre el Nuevo Orden Mundial, discurso que podría entenderse como el fin de la Guerra Fría y la reconfiguración de Estados Unidos como única potencia en el planeta, lo que algunos analistas en relaciones internacionales llamarían la unipolaridad.  Bush padre en su discurso señalaba que naciones diversas se unían para lograr las aspiraciones universales de la especie humana; la paz, la seguridad, la libertad y las reglas de las leyes ante una creciente amenaza y citaba a Winston Churchill para referirse a este Nuevo Orden Mundial, el cual se basaba en principios de justicia y juego limpio. Además, sostenía que era preponderante construir una base de cooperación para la paz de la humanidad con la Unión Soviética, como él la llamó en su discurso. Así mismo resaltaba la necesidad de llevar la democracia a Europa del este y América Latina, además de continuar la lucha por la libertad en todos los lugares del planeta, todo eso confirmaba la sabiduría de los fundadores de los Estados Unidos, de acuerdo con Bush padre.  

     Bush padre lideró la Guerra del Golfo, la cual inició el 2 de agosto de 1990 y terminó el 28 de febrero de 1991. Dicha guerra fue llevada a cabo por una fuerza de coalición autorizada por las Naciones Unidas, compuesta por 34 países y liderada por Estados Unidos, contra Irak, en respuesta a la invasión y anexión iraquí del Estado de Kuwait. Entre tanto Bush hijo también se refirió a un Nuevo Orden Mundial y para ello resaltaba que los fundadores de los Estados Unidos también encarnaban esa ideología, además enfatizaba que muchos soldados murieron por la libertad. Bush hijo fue el encargo de liderar la invasión a Afganistán, haciendo uso del 11 de septiembre del 2001. Muchos analistas entre ellos Chomsky, sostienen que las invasiones perpetradas por Bush padre e hijo tenían puramente intereses económicos, concretamente el petróleo. La guerra del Golfo es un ejemplo fehaciente del intervencionismo occidental avalado por las Naciones Unidas, a eso Kiras llama violencia terrorista y explica lo siguiente:  
     No todo el mundo está de acuerdo que la defensa de la cultura y la identidad es la primera motivación para globalizar la violencia terrorista. Otros ven en los aspectos económicos el factor de motivación crucial, en el uso de la violencia para afectar cambios en la política. Aunque la globalización ofrece el acceso a un mundo de mercado, para bienes y servicios, la red que resulta ha sido percibida como una forma de imperialismo económico occidental. Estados Unidos y los Estados europeos forman el Norte global o el centro de la economía que domina las instituciones económicas mundiales, como el Banco Mundial que pone las tasas de cambio y determina las políticas fiscales. Las acciones y las políticas pueden afectar a los países subdesarrollados. (p.362).

     Estoy de acuerdo con Kiras que desde una mirada neomarxista, pone el énfasis en la teoría compleja de la interdependencia y el neoliberalismo, debido a que desea dejar claro que las potencias europeas y Estados Unidos han diseñado políticas económicas para invadir el Sur global y continuar con su sometimiento y por ende el empobrecimiento de dicha zona.  Considero que lo expuesto por Kiras es un aporte valioso, en la medida en que discute sobre cuestiones de poder haciendo uso de la variable de análisis centro y periferia. El autor hace un intento por develar la argucia de las potencias occidentales que se valen de instituciones supranacionales, como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional para imponer un modelo económico, en este caso el neoliberalismo, que en últimas casi siempre deja al Norte global como el ganador y al Sur global como el perdedor.

     Gnatieff (2005) desde una postura liberal, inicia preguntando por los males menores que puede cometer una sociedad o Estado cuando cree que se enfrenta al mal mayor de su propia destrucción, el autor adiciona que ésta es una de las preguntas más antiguas en la política y una de las más difíciles de responder. Gnatieff (2005) prosigue con un adagio romano, el cual expresa que: “la seguridad del pueblo es la primera ley” (p.15). Para el autor esto ponía pocos límites a los derechos de la seguridad por encima de los derechos de la libertad y que en nombre de la seguridad del pueblo una República estaba dispuesta a sacrificar el resto de las leyes, en este caso la República romana.

     Estoy de acuerdo con Gnatieff (2005) al criticar la supresión de las libertades en nombre de la seguridad, cuando señala que eso podría provocar la suspensión de las libertades civiles, la detención de extranjeros, el asesinato en secreto de los enemigos, todo esto estaría permitido como último recurso si la vida del Estado se encuentra en peligro, según el autor.

     A propósito de la limitación abrupta de las libertades, en los últimos años a través de los medios de comunicación hemos recibido múltiples noticias sobre el Islam y su relación con el terrorismo. Debo advertir que no es nueva la ideología de relacionar al Islam con el terrorismo, pues la mirada que se tiene sobre el Yihad desde el inicio del Islam está conectada con guerra, cuando en realidad su objetivo es hacer esfuerzos positivos por el bienestar de la humanidad. Jackson (2007) aporta un análisis riguroso sobre los objetivos occidentales de asociar el Islam con el terrorismo. Desde una mirada constructivista y apoyándose en los estudios críticos de seguridad, el autor analiza el discurso que está siendo elaborado en muchas instituciones académicas occidentales. El objetivo de Jackson es exponer que el terrorismo se ha encubierto en la religión, concretamente con el Islam. Por ende, el islam es una amenaza para toda la humanidad, pero sobre todo para Occidente. En ese orden de ideas el Islam debe ser derrocado y países como Irán, por citar un ejemplo, deben abandonar el Islam como forma de gobierno y adaptarse a la democracia que propone Occidente.

     Sobre el particular Jackson (2007) resalta la influencia que ha tenido el ensayo de Samuel Huntington de 1993, “¿El choque de civilizaciones?”, cuyo título se deriva de un artículo muy citado de Bernard Lewis publicado en 1996 el cual lleva por títuloThe roots of muslin rage”, (las raíces de la rabia musulmana). Huntington en su ensayo deja entrever que el Islam es incompatible con la cultura occidental, por ende los musulmanes deben permanecer en países de mayoría musulmana. El ensayo ha sido considerado como antecedente importante del discurso actual del mal llamado “terrorismo islámico”. Tal discurso encarna una larga tradición de estereotipos culturales y representaciones contra el Islam, las y los musulmanes en los medios de comunicación.

     Entre tanto Martini (2015) hace un importante análisis sobre las obras “Terrorism. A Critical Introduction” y “Contemporary Debates on Terrorism”, de Jackson Richard. Ambas pertenecen a la misma corriente de estudios críticos de terrorismo. Asumiendo una mirada constructivista, Martini apoyada en Jackson destaca que “el terrorismo es una construcción social, es decir, un término lingüístico o una etiqueta que se aplica a ciertos actos a través de una variedad de procesos políticos, legales y académicos específicos”. (p. 192).

     En ese orden de ideas Rico (2015) con una mirada postcolonial y desde los estudios críticos de seguridad, sostiene que es mucho más peligrosa la ideología y prácticas conocidas como islamofobia que el llamado islamismo radical. El autor resalta que se ha construido un falso enemigo. Ese falso enemigo es el musulmán y peor aún, la musulmana, quien es casi siempre, quien con su hiyab representa a la comunidad islámica. Rico (2015) con su análisis busca desmentir que el Islam esté asociado con el terrorismo, y que las ideas que se han construido sobre el Islam como enemigo de Occidente han ocasionado que muchas personas sientan rechazo hacia ese sistema de vida, a tal punto que en algunos países occidentales muchas musulmanas y musulmanes han sido víctimas de agresiones verbales y físicas.   

     Coincido con lo planteado por Jackson y Martini, ya que esbozan con claridad que hay comunidades epistémicas que se han concentrado en acusar al Islam y a los árabes de terroristas. Las intenciones de los autores se pueden traducir como un llamado a revisar los discursos que se construyen desde ciertas comunidades epistémicas, los cuales sirven para legitimar el muy sonado estándar de la civilización y la invasión de naciones catalogadas como enemigas.  
     Encuentro una estrecha relación entre las posturas de Gnatieff (2005), Jackson (2007), Martini (2015) y Rico (2015), en el sentido en que abordan el tema de la seguridad desde una perspectiva crítica. El primero analiza el tema de la seguridad desde el contexto de la antigua        Roma para destacar que un Estado puede suprimir algún tipo de libertades en nombre de la seguridad de su población. Entre tanto los tres últimos autores ponen énfasis en los discursos que son elaborados para designar qué es terrorismo y quién es terrorista. Sus estudios se centran en describir cómo el Islam y los árabes han sido elevados a la categoría de terroristas, éste discurso ha servido de argumento por las potencias occidentales para invadir países de mayoría musulmana.

Los BRICS y otros grupos emergentes; el resurgimiento del tercer mundo

     Hasta aquí he presentado diversos aspectos relacionados con las formas cómo la globalización se ha expandido por todo el planeta y su estrecha relación con el imperialismo, esa expansión he sido agenciada principalmente por potencias occidentales. En esta última parte del ensayo me propongo hacer un análisis sobre el auge de otras potencias, concretamente los BRICS. Éstos han logrado tener influencia en muchos lugares del planeta, pero su influencia, no ha marcado grandes diferencias con respecto a la forma cómo las potencias occidentales lo han hecho. El resurgimiento de algunas naciones consideradas tercermundistas ha sido a costa de también de prácticas imperialistas, tal es el caso de China en África, por citar un ejemplo.    
   
     “En 1905 Japón derrota a Rusia, este hecho señaló por primera vez en la era moderna el surgimiento de un Estado no blanco y no occidental”. (Buzan y Lawson, 2014, p.4). Entre tanto el 16 de junio de 2009 la ciudad rusa conocida como Ekaterimburgo servía de anfitriona de la primera cumbre de los BRICS, (Brasil, Rusia, India China, en el Año 2011 se sumaría Sudáfrica). Los BRICS han sido percibidos por Occidente como una amenaza a su hegemonía en casi todo el planeta.  Así como Japón marcó el inicio de un Estado no blanco en la era moderna, los BRICS van a reafirmar el surgimiento de otros Estados no blancos con capacidad de influencia en la economía mundial, a excepción de Rusia, cuya blancura no se discute por las potencias occidentales, pero sí se pone en tela de juicio su autenticidad como europeos ya que históricamente no ha cumplido con el estándar de la civilización, debido a que no son demócratas, ni cristianos al mejor estilo occidental. En cuanto a las otras naciones encontramos que Brasil fue una colonia de Portugal y que más de la mitad de su población es de origen africano, además cuenta con un número significativo de población llamada nativa o también conocidos como indígenas de América. Sudáfrica es  el representante africano pero al igual que Brasil una minoría blanca detenta el poder desde hace varios siglos, aunque hoy en Sudáfrica y en casi todo el mundo se hable del fin del apartheid.

     Desde una perspectiva constructivista y apoyados en los estudios de centro y periferia, Buzan y Lawson (2014) apuestan por desentramar la conexión capitalismo/democracia en la posguerra fría. Los autores sostienen que, si bien existe un acuerdo general de que el mundo está cambiando, hay un considerable desacuerdo sobre cómo está cambiando. Resaltan además que algunos analistas observan un cambio de poder que se desplaza hacia el este o Sur global, un cambio en el cual ubican a China como la súper potencia, por encima de Estados Unidos, incluso señalan una era de bipolaridad o no polaridad. (p.3).  

     No estoy de acuerdo con la expuesto por Buzan y Lawson en la última parte del párrafo anterior.  A mi modo de ver, más que una era de bipolaridad o unipolaridad, estamos siendo testigos de una era de multipolaridad con potencias que dominan regiones concretas o al menos en algunas zonas de algunas regiones. El caso de China que ha venido ganando espacios en países africanos donde históricamente han dominado Inglaterra o Francia como Nigeria, Sudáfrica o Senegal, además de la presencia China en el Caribe y América del Sur, en países como Jamaica, Ecuador y Venezuela. Por otra parte Rusia ha aumentado su presencia en los Balcanes, de la misma forma en que lo han hecho las potencias árabes del golfo, cuya influencia en algunos países africanos sigue creciendo con la proliferación de mezquitas pero muy poca inversión social, pues esas mezquitas han servido a la expansión de la doctrina wahabí, considerada como una secta que promueve el machismo la sumisión a un líder único y no a la expansión de una ideología islámica que procure erradicar la pobreza de los países donde ellos hacen presencia.  No obstante, lo expuesto por los autores nos dan luces para entender que la hegemonía de las potencias occidentales, de alguna forma u otra va en declive y que dentro de algunos años más personas al rededor del planeta se verán obligadas e comunicarse en mandarín, ruso y árabe.

     Los BRICS poseen algunas características especiales que hacen que las potencias occidentales sientan algo de temor. Por ejemplo, entre China e India componen más la tercera parte de la población del planeta, en promedio unos tres mil millones de habitantes. Ambas naciones poseen culturas milenarias y un gran pasado, China fue un imperio y ve ahora el camino para volver a serlo. Todos han sufrido de la opresión colonialista en niveles diferentes y cada uno representa a un continente. Todos han tenido en diferentes escalas un creciente poderío militar, están en el llamado Sur global y se desplazan hacia el centro con un enfoque capitalista. Otro hecho llamativo de los BRICS fue la presencia de una mujer de América del sur, Dilma Rousseff, quien ocupó la presidencia de Brasil desde el 1 de enero de 2011 hasta el 31 de agosto de 2016.

     Pero el hecho de que las naciones que hacen parte de los BRICS hoy le estén robando algo de poder a los súper poderosos occidentales, no creo que deba ser motivo de mucha alegría, pues el crecimiento económico de algunas de ellas no se ve reflejado en el bienestar de su población, por lo menos en Sudáfrica e India donde los niveles de pobreza e inseguridad siguen dejando en evidencia que la inversión social ha sido mínima. No se puede negar que con la llegada de Luis Ignacio “Lula” Dasilva a la presidencia de Brasil, ésta se estaba convirtiendo en el norte de la región, pues muchos desplazados por la pobreza y la violencia, particularmente de Colombia, emigraron a ese país para intentar mejorar sus condiciones de vida. Vale la pena resaltar que China es el segundo contribuyente a los procesos de paz en la ONU y que junto a Rusia son miembros permanentes con derecho a veto en esa organización. Además, China ha sido cuestionada por permitir que algunas multinacionales ofrezcan salarios muy bajos a sus ciudadanos y por la violación de Derechos Humanos de algunos de sus contradictores.

     Entre tanto Alden y Vieira (2005) hablan de otro tipo de potencias: las potencias medias y resaltan que éstas son:
     Multilateralistas comprometidas para superar sus deficiencias materiales en términos de poder estructural que buscan soluciones multilaterales a los problemas internacionales. Abrazan posiciones de compromiso en disputas internacionales y adoptan nociones de buena ciudadanía internacional para guiar su diplomacia a pesar de que siguen una diplomacia de nicho porque no pueden reunir los recursos necesarios para conducir la política exterior en el contexto de una gran estrategia global: (p.1078).

     Coincido con los autores, en tanto que lo que expresan nos sirve para entender el por qué las potencias medias no poseen los recursos necesarios para conducir la política internacional, debido a que no poseen capacidad de disuasión, poderío económico y militar. Lo expuesto por los autores nos lleva a entender que las dinámicas de poder se construyen en relación a la capacidad que tengan los Estados en influir sobre otros. Alden y Vieira hablan desde el escenario de la teoría compleja de la interdependencia, para analizar las relaciones de poder entre los Estados. Vale la pena destacar que algunas de estas potencias medias han logrado diseñar y poner en marcha políticas sociales, las cuales las han convertido en lugares atractivos para vivir, ejemplo de ellos son: Suecia, Holanda y Noruega.

     Makumi Mwagiru (2013) desde una mirada constructivista y desde la teoría crítica, examina cómo África está siendo colonizada y repartida, pero esta vez por potencias emergentes como China y los países árabes del Golfo. Mwagiru explora las prometedoras relaciones entre África y las potencias asiáticas emergentes, señala que el evento más significativo en las relaciones internacionales africanas fue la Conferencia de Berlín celebrada entre 1884 y 1885, donde se dividió a África y se le impuso el sistema estatal de Westfalia. Sin embargo, la reentrada asiática en África debe ser racionalizada de manera diferente a la entrada europea. Aunque los detalles de la reentrada son diferentes, ambos tienen una similitud en que la razón de su ingreso es la seguridad y la supervivencia en el sistema internacional. La principal diferencia entre ellos es que mientras que los europeos usaron la fuerza para recrearse, los asiáticos están utilizando la herramienta de la diplomacia apoyada por preocupaciones de seguridad humana para garantizar su ingreso y reingreso. (p.152).

     Estoy de acuerdo con lo propuesto por Mwagiru (2013), ya que debela otras formas y actores en la neocolonización que sufre África en nombre de la cooperación sur-sur y la cooperación de países del Golfo, éstos últimos actúan según ellos en nombre de la hermandad musulmana, pero sus intereses se distancian de los fundamentos del Islam, que abogan por el respeto y la armonía de los pueblos.

     Mwagiru (2013) señala además que, con la imposición del sistema estatal de Westfalia en África, se abre la puerta al Estado nación y con ello a la economía de mercado. El análisis expuesto por el autor sobre la recolonización de África por algunas potencias emergentes, se conecta con lo planteado por Buzan y Lawson (2014), cuando señalan que dichas potencias se están desplazando de la periferia hacia el centro. Considero que sean cuáles las razones tanto occidentales como asiáticas, no se justifica ninguna forma de neocolonialismo en África, pues este continente ya ha sido lo suficientemente expoliado, y lamentablemente un número significativo de sus mandatarios y líderes han cooperado con su expoliación. Por otra parte, Mwagiru hace un análisis más profundo que el que exponen Alden y Viera (2005) sobre las potencias medias, al desenmascarar sus intereses capitalistas en su relación con África. 

Conclusión

     La globalización puede ser entendida por muchos como un proyecto novedoso y atractivo. Hemos evidenciado cómo las grandes potencias occidentales han hecho uso de ella para expandir el capitalismo y para profundizar la explotación de las naciones consideradas menos poderosas. Pero no son solo estas naciones las que se abalanzas contras las más débiles, también lo hacen las llamadas potencias emergentes para agudizar el imperialismo en África, América Latina, gran parte de Asia y dentro de la misma Europa. Las diferentes comunidades epistémicas o escuelas exponen sus análisis para darnos respuestas sobre cómo se tejen las relaciones de poder en el escenario internacional, en ese orden de ideas, debemos estar muy atentos para decodificar dichas respuestas, en tanto algunas podrían seguir avalando y perpetuando el imperialismo. Los cuatro temas presentados en este ensayo, los cuales abordan la globalización, la soberanía, el terrorismo y los BRICS, se encuentran estrictamente conectados para entender cómo funcionan las relaciones de poder en el sistema internacional y cómo se expande la globalización agenciada por los más poderosos en favor del imperialismo.








Bibliografía
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Discursos sobre Nuevo Orden Mundial: https://www.youtube.com/watch?v=byxeOG_pZ1o https://www.youtube.com/watch?v=IF-obJ8lYWc       




[1]  Educador Popular de la Universidad del Valle.  Investigador Social. Máster Ciencia Política Instituto de Altos Estudios Europeos de Madrid. Máster en Relaciones Internacionales y Estudios Africanos Universidad Autónoma de Madrid.  Miembro de la organización Nuevas Ciudadanías. Buenaventura, Colombia. Y miembro de la organización Raíces de la UAM.    


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